Las voces del apocalipsis son categóricas: Si hay acciones militares contra la República Islámica de Irán, el mundo enfrentará inexorablemente una guerra nuclear. ¿Cuál es la verdadera dimensión de un eventual enfrentamiento armado entre Israel e Irán? ¿Qué consecuencias políticas y económicas generaría esta guerra? El presente artículo acerca elementos al análisis del potencial conflicto bélico y sus probables consecuencias en el orden mundial.
El pasado 7 de agosto y luego de cuatro años de ausencia, el ex-presidente Fidel Castro reapareció frente a la Asamblea Nacional de Cuba alertando al mundo: una operación militar contra las plantas de enriquecimiento de uranio iraníes derivaría fatalmente en una guerra nuclear. La dimensión histórica de su figura y la complejidad del problema, impiden el rechazo de su hipótesis apocalíptica. Sería tan irresponsable como desvincular su discurso de los intereses inmediatos de su país como aliado estratégico del presidente Hugo Chávez o los vínculos de Venezuela con Teherán.
Escenario probable
Si bien la irracionalidad cumple un rol trascendente en los hechos políticos y militares, las pautas predominantes de estas acciones suelen responder a criterios estrictamente lógicos. En tal sentido, las simulaciones computacionales realizadas a la fecha para estimar el alcance de una guerra regional en Oriente Medio, indican que el escenario apocalíptico es poco probable.
La primera reacción a un potencial ataque israelí a las plantas de enriquecimiento de uranio en Irán, surgiría de los grupos terroristas que ya amenazan las fronteras de Israel. Mientras la organización islamista libanesa Hezbolá lanzaría sus misiles contra Tel Aviv y el norte israelí, desde la Franja de Gaza el movimiento Hamás operaría contra el centro y sur del Estado Judío. Las acciones conjuntas de ambas organizaciones armadas financiadas por Irán, provocarían una incursión terrestre a gran escala del ejército de Israel en el Líbano y Gaza.
Probablemente, los ataques desde Irán estarían dirigidos hacia Israel y también contra Arabia Saudita. Estas últimas acciones militares se justificarían en presuntos respaldos logísticos a la incursión hebrea e intentarían golpear las plantas de procesamiento y extracción de petróleo ubicadas en Dhahran sobre las costas del Golfo Pérsico, a fin de causar una escalada en el precio del crudo que agudice la recesión en las alicaídas economías de Europa y Estados Unidos.
A nivel regional, los países árabes moderados, Egipto, Jordania y Arabia Saudita, enfrentarían revueltas de minorías Chiitas y demás grupos proiraníes, que podrían poner en riesgo la continuidad de los actuales gobiernos. Por último, la eficacia de la operación militar israelí sobre suelo persa determinaría un posible residual de acción para Estados Unidos, que podría aprovechar la coyuntura para ubicar sus tropas y sistemas de defensa antimisiles en la frontera iraní.
Resultados
Se puede esperar que el conflicto concluya con un deterioro de la posición militar iraní y que, aunque difícilmente sucumba, el programa nuclear de Teherán retroceda dos o tres años. No obstante, el conflicto bélico unificará al pueblo persa tras el líder Mahmud Ahmadinejad, y neutralizará la gravedad del fraude electoral que le permitió el triunfo en las últimas elecciones.
En Israel, el éxito en la incursión militar sería capitalizado por el actual gobierno de derecha del premier Benjamín Netanyahu y sus acciones estarán legitimadas por la peligrosa inacción de la comunidad internacional frente a las continuas amenazas existenciales de Irán hacia Israel.
Sin embargo, la acción bélica sólo habrá postergado los plazos del Apocalipsis, que únicamente podrá evitarse a través del diálogo. En palabras de Albert Einstein, "Cuando me preguntaron sobre algún arma capaz de contrarrestar el poder de la bomba atómica yo sugerí la mejor de todas: La paz."
*Analista Político y Económico. Especialista en Negociación: gabriel@bacalor.com